dormir mejor, trabajar mejor
por Doctor Maxwell
Nuestra calidad de vida depende en gran medida de la calidad de nuestro sueño. Esta afirmación no puede ser más cierta. El sueño incide directamente en nuestra salud y si no dormimos como deberíamos, podemos arrastrar males durante toda la jornada, y lo podemos notar sobre todo en el trabajo. Desde dolores de espalda, somnolencia diurna, gastroenteritis, hipertensión y hasta cardiopatías; todo un recital de trastornos que nos harán menos productivos, y por lo tanto, peores profesionales.
Se dice que para mantener el cuerpo en un equilibrio vital debemos repartir nuestro tiempo a partes iguales: ocho horas para trabajar, ocho para disfrutar del tiempo de ocio y las ocho últimas para dormir y descansar (al menos para una persona adulta). Hay gente que necesita dormir más, la hay que lo necesita menos, pero lo que está claro es que sobre estas cifras deberíamos movernos. Y normalmente no lo hacemos.
Todo va por delante del dormir: el trabajo, la familia, los amigos, el ocio, la televisión, etc. Tenemos que aprender a priorizar, a saber qué es lo más conveniente para nosotros, y para nuestro trabajo. Si miramos demasiado la tele, luego no rendiremos en el trabajo. E igual si trabajamos demasiadas horas: no descansamos, y con el tiempo nuestro rendimiento baja. Hay que cuidar todos los aspectos de nuestra vida y mantenerlos en equilibrio. Aquí tienes algunos trucos para controlar tu sueño:
Crea un ambiente propicio: Una habitación confortable, un buen colchón, tanta oscuridad como sea posible y mucho silencio.
Reserva la cama para dormir: O para las relaciones sexuales, claro. Son un somnífero muy bueno. Nada de tele, comer, estudiar o trabajar.
Lleva una vida regular: Intenta acostarte y levantarte siempre a la misma hora, incluso los fines de semana. Evita el alcohol y las bebidas a partir de media tarde, no cenes tarde y hazlo de forma moderada, etc.
Haz una rutina para cuando no estés en casa: Si tu trabajo implica viajar, créate una rutina para dormir. Por ejemplo, cerrar las cortinas, ducharte, poner el despertador, leer un rato.
Durante la noche, el cuerpo no sólo descansa, sino que se prepara para el día siguiente. El cerebro procesa lo que ha aprendido y organiza y almacena recuerdos. El sistema inmunitario desarrolla células para combatir agentes infecciosos. El cuerpo de los adultos produce hormonas de crecimiento para reparar los tejidos dañados y, lo más importante, trabaja para reducir los efectos del estrés que hemos sufrido durante el día y se prepara para combatir el que nos espera. Dejemos a nuestro cuerpo trabajar en condiciones, y estaremos listos para dar el mejor rendimiento en todas las facetas de nuestra vida.